
A veces me pregunto ¿Cómo habrá sido la vida cotidiana de los grandes hombres y mujeres de la iglesia primitiva?, ¿Cómo encontraban alegría, gozo y paz en medio de las tribulaciones?, ¿Cómo podían cantar himnos mientras sus cuerpos eran despedazados por fieras salvajes? La Biblia sólo se limita a decir que tenían un solo corazón y una sola alma, y que tenían todas las cosas en común. ¡Lindo pasaje!, suspiramos cada vez que lo leemos. ¡Cuanta diferencia, dirán muchos! Quiero citar este ejemplo, porque creo que los hermanos de la primera iglesia sabían algo, que hoy en día se está olvidando: Una vida en Cristo se vive mejor en tiempos de crisis.
Muchos, en la actualidad, defienden la idea que un cristiano no puede ser pobre o pasar por situaciones adversas, si las tiene es porque, según esta teología, le falta fe, pero sobre todo porque Dios no está con él, “algo malo debe estar haciendo nuestro hermanito”. Creo que no hay nada más absurdo y falso que esto. Muchas veces nos creamos la imagen de que Dios, a la manera del genio de la lámpara mágica, cumplirá todos nuestros deseos y estará a nuestra disposición tan sólo con el balbuceo de unas cuantas frases.
Una vida plena no tiene nada que ver con riquezas o metas satisfechas, o una existencia sin problemas. Una vida plena tiene que ver con la fe, la esperanza y la certeza que aunque andemos en valle de sombra no temeremos, porque Dios estará con nosotros, que aunque no entendamos lo que nos pasa y todos nuestros sueños y proyectos se vengan abajo , podemos confiar y estar seguros que los brazos fuertes de Dios nos sostendrán.
“..Y cual supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza” Efesios (1: 19)
Las batallas, las pruebas, las enfermedades, las luchas, como queramos llamarles son pequeños calentamientos para ejercitar nuestra fe y confianza en Dios. En su libro “La Quinta montaña” Paulo Cohelo (1997: 122) afirma: “todas las batallas en la vida sirven para algo, inclusive aquellas que perdemos. Cuando crezcas descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías; Si eres un gran guerrero, no te culparas por ello, pero tampoco dejaras que tus errores se repitan.”
Todo lo que pasa en nuestras vidas, Dios lo permite con un propósito. Podemos confiar en que él no nos dejara pasar una situación que no podamos soportar y salir victoriosos. Hace un tiempo atrás pase una de las situaciones más difíciles de mi vida, sin querer me habían involucrado en un altercado, en el que yo no tenía nada que ver. Mi estancia en la universidad era muy dudosa. Cada mañana yo me despertaba con miedo de que alguna de las autoridades académicas me mandara a llamar para darme de baja de la universidad. Aunque era inocente me sentía culpable. Mi alma estaba angustiada y ansiosa ante el porvenir oscuro que se aproximaba. En medio de esa angustia, mientas realizaba uno de mis devocionales leí sobre los frutos del Espíritu Santo y en ese momento sentí que debía hacer míos esos frutos y tomar la decisión de vivir con ellos. Recuerdo que escribí:
Decido el amor en vez del odio,
Decido la paz en vez de la angustia,
Decido el gozo en vez de la tristeza,
Decido la paciencia en vez de la ansiedad,
Decido la fe en vez de la incertidumbre.
Cada vez que me despierto hago mía esa oración y decido tener paz en medio del dolor. El problema se arreglo positivamente, tiempo después, pero en ese proceso aprendí la lección más valiosa de mi vida. ¡Que métodos más extraños que usa Dios, ¿no es cierto? Ahora que miro atrás me doy cuenta que si no hubiera pasado por ese problema, tal vés nunca hubiera entendido que en medio de las tribulaciones puedo vivir confiadamente. Las crisis fortalecen nuestra fe en Dios y nos recuerdan que aunque las circunstancias externas nos sean adversas, su manto nos cubrirá del frío asolador, de la soledad desértica y de la sed insaciable.
Cuando comprendemos esto, cuando entendemos que a Dios no lo limita la situación social de un país o las leyes de la naturaleza entonces podemos decir como Habacuc:
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides hay frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; Con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación, Jehová el señor es mi fortaleza…” Habacuc (3:17)
Muchas veces Dios usa la adversidad para enseñarnos el valor de las cosas y las personas. Creo firmemente que en medio del dolor conocemos mas íntimamente a Dios, pero aún más, podemos desarrollar el carácter que él quiere en nosotros. La Biblia está llena de esos ejemplos.
El apóstol Pablo, en mi opinión es el ejemplo perfecto, un hombre que con grilletes en las manos, azotado, portador de una enfermedad crónica, pudo tener una vida plena en Cristo y fue capaz de decir:
“..He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses (4:13)
El secreto de una vida plena se encuentra en Jesucristo, y si para entender el valor de la confianza en él tenemos que pasar por crisis, ¡bienvenidas sean! Las crisis no son tropiezos, no son castigos divinos por nuestro mal comportamiento o maldiciones generacionales, son oportunidades y retos que nos brinda Dios y la vida para crecer.
“Dios usa la soledad para enseñar la convivencia, usa la rabia para mostrar el infinito valor de la paz. Usa el tedio para resaltar la importancia de la aventura y del abandono. Dios usa el silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras. Usa el cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar. Usa la enfermedad para resaltar la bendición de la salud. Usa el fuego para enseñar sobre el agua. Usa la tierra para que se compruebe el valor del aire. Usa la muerte para mostrar la importancia de la vida.” Paulo Cohelo (1998:23)
Atrévete a sonreír en vez de llorar, a tener fe en vez de ansiedad. Atrévete a confiar en Dios y vivir una vida plena en medio de las crisis.
Bibliografía
• La Biblia, versión Reyna Valera (1950)
• Paulo cohelo “la Quinta Montaña” (1997) Grijalbo, Sao Paulo, 200pp
• Paulo cohelo “Manual del guerrero de la luz” (1998), Grijalbo. Sao Paulo, 120pp
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