
Primera escena: una ruta a toda velocidad es el azote de las calles.
Segunda escena: dos rutas compitiendo por saber cual es el conductor más ágil y astuto, estremeciendo a sus pobres pasajeros.
Tercera escena: una anciana muere aplastada bajo las llantas, según el conductor la veterana no se fijo bien y se cruzo la calle.
Si hollywood realizara una película de terror basándose en el azote continuo de nuestros ciudadanos capitalinos, estoy segura que sería una de los mejores killers del año, Basado en hechos reales. El reparto estaría más o menos así: La victima, La pobre ciudadanía
El psicokiller: la insensibilidad e incomprensión de los conductores. Su arma letal, su terrible arma letal: las rutas “despampanantes” (que se van despampanando en el camino)
Masacre en Texas, viernes 13, las pesadillas de Freddy Kruguer y demás películas hollywoodenses se quedarían muy inocentes y celestiales ante esta producción; “Las rutas asesinas de Managua “
Por todos, es sabido que el sistema de trasporte colectivo está muy lejos de estar al servicio de la ciudadanía. Nosotros pobres victimas de este supremo holocausto antes de abordar a estas emisarias de la muerte, nos preguntamos si realmente llegaremos a nuestro destino o mejor aún si llegaremos salvos y sanos a nuestro hogares.
¿Será que algún día los conductores de estos Heraldos Negros se den cuenta que ellos también son personas, y por lo tanto deben tratarnos como tal y no como animales? Espero que no sea demasiado tarde para esto. Es inhumano injusto y cruel, muy cruel, ver como nuestros ancianos y mujeres embarazadas son maltratados y humillados al abordar estas peligrosas rutas, escuchar las groserías de los cobradores al querer introducir más y más pasajeros, sin percatarse que ya no se puede, ni respirar en ella, notar como nuestros esmerados cuidados por una buena presentación son desechos sin piedad. Pero lo mas triste de esto es observar como nuestros niños, ancianos, jóvenes, hombres y mujeres son atropellados por la brutalidad humana.
En verdad que vivimos en un sistema de trasporte colectivo muy parecido a una película de terror al estilo de Hollywood, la única y lamentable diferencia es que ésta no es una ficción, sino una triste realidad.
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